Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. — FILIPENSES 4:6
La traducción amplificada de este versículo comienza: “No se inquieten ni tengan ansiedad por nada…”
Los cristianos generalmente practicamos solo una parte de este versículo, la parte que dice que debemos orar. Pero si practicamos esa parte y no la parte que dice que no debemos tener ansiedad, no estamos practicando la Palabra. No estamos siendo hacedores de la Palabra.
En primer lugar, la Palabra de Dios dice: “No se angustien…” Si van a inquietarse y a estar ansiosos, no les servirá de nada hacer peticiones. Sus oraciones no darán resultado.
Hace años leí una historia sobre un hombre, su esposa y su hijo mayor que estaban en un campo cortando algodón. El hijo no se encontraba bien mentalmente. Aparecieron nubes de tormenta y comenzó a llover, pero el anciano quería seguir trabajando. Entonces los relámpagos se hicieron más fuertes. La familia comenzó a correr en busca de refugio. Cuando parecía que no iban a lograrlo, los padres cayeron de rodillas y comenzaron a rezar. “Vamos, mamá y papá”, gritó el niño. “Una oración hecha con miedo no sirve de nada”.
Hay mucha verdad en eso. Eso es lo que el Espíritu de Dios está diciendo a través de Pablo. Así que, cuando ores, “ No estéis afanosos por nada …”
Confesión: No me preocupo ni tengo ansiedad por nada.
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