Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. — 1 JUAN 3:9
A veces la gente me pregunta: “¿Cómo puedo saber si es mi propio espíritu o el Espíritu Santo el que me dice que haga algo? Puede que sea simplemente yo quien lo quiere hacer”.
Cuando dices “yo”, ¿de qué estás hablando? Si se trata de tu verdadero yo, el hombre interior que es una nueva criatura, con la vida y la naturaleza de Dios en él, habitado por el Espíritu Santo, entonces es correcto. Si te refieres a “yo”, hablando de la carne, eso es algo completamente diferente. Aprende a diferenciar entre los dos.
El hombre interior de un cristiano no es el que quiere hacer lo malo. Si el hombre interior quiere hacer lo malo, esa persona nunca ha nacido de nuevo. 1 Juan 3:9 ha molestado a algunos cristianos. Han cometido errores y han fracasado, y han pensado: Si yo hubiera nacido de Dios, según la Biblia no pecaría . Pero este versículo habla del hombre interior que no peca.
He hecho cosas que estaban mal, pero mi hombre interior no las hizo. De hecho, no estaba de acuerdo conmigo cuando las hice. Trató de que no las hiciera. Físicamente, nacemos de padres humanos y participamos de su naturaleza humana. Espiritualmente, nacemos de Dios y participamos de Su naturaleza. Y no es la naturaleza de Dios hacer lo malo. Por lo tanto, deja que tu espíritu domine tu carne.
Confesión: Soy nacido de Dios. Mi espíritu tiene la vida y la naturaleza de Dios, y sus deseos son deseos correctos.
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