A lo largo de la Biblia escuchamos a hombres y mujeres hacerse eco de la declaración hecha por Sadrac, Mesac y Abednego: “¡Nuestro Dios puede!” Quizás las palabras que usó cada persona no fueron idénticas a las que se encuentran en Daniel 3:17. ¡Pero la verdad salió claramente a la luz: Dios fue capaz de librarnos!
Si le preguntáramos a Abraham, Moisés, David, Lucas, Juan o Pablo acerca de Dios, ¡todos estarían de acuerdo en que nuestro Dios es capaz! Ana, Débora, María y Marta también unían sus voces en el alegre estribillo: “¡Nuestro Dios puede!”
El Dios del pasado sigue siendo el mismo hoy. En Malaquías Él dice: “Yo soy el Señor, no cambio” (Mal. 3:6). Como el Dios del pasado pudo, el Dios de hoy puede. Él es el mismo Dios.
Dios puede cambiar la tragedia para nuestro bien. Dios puede convertir las lágrimas en sonrisas de alegría. Él convierte el duelo en danza y la tristeza en alegría (Sal. 30:11).
Nuestro Dios es capaz. Liberó a los tres niños hebreos del horno de fuego. ¿De qué nos puede librar Dios? ¡Cualquier cosa que venga en nuestra contra! Isaías 54:17 (NVI) dice: “Ningún arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio”. Ningún dios es tan grande como nuestro Dios.
Cuando estamos en medio de una prueba, cuando somos sacudidos de un lado a otro en las tormentas de la vida, a veces no buscamos la liberación de Dios. Olvidamos que Él hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados conforme a su propósito (Rom. 8:28). A veces lo único que podemos oír es el aullido del viento y lo único que podemos ver son las olas agitadas. Debemos aprender a centrar nuestros ojos en Dios y Su capacidad.
Dios no trae las tormentas de la vida, pero puede librarnos de ellas. Él es capaz de hacer realidad nuestras peticiones. Él es capaz de tomar nuestros sueños y hacerlos realidad en nuestras vidas.
Comentarios
Publicar un comentario