Y toda la multitud procuraba tocarlo [a Jesús] : porque de él salía virtud, y sanaba a todos. — LUCAS 6:19
La joven se había recuperado algo, pero aún no tenía uso de la parte inferior de su cuerpo. Su hermano me dijo: "La llevaremos al servicio religioso una noche".
Le dije: “Antes de que ella venga [ella no había escuchado ninguno de mis mensajes sobre la fe o la curación], me gustaría darle un mensaje para que lo lea. ¿Puede sostener su Nuevo Testamento?
“Sí”, dijo, “ella puede sostener su pequeño Nuevo Testamento”.
Le di un sermón mío impreso. Le dije: “Quiero que ella lea todas estas Escrituras”. Verá, quería introducir la Palabra en ella. Romanos 10:17 dice: “De modo que la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. Quería que ella comenzara a confesar la Palabra.
La trajeron en una ambulancia. Me arrodillé al pie de la camilla y puse mis manos sobre sus pies y tobillos. Sentí el poder de Dios fluyendo de mis manos hacia sus pies y tobillos. Sabía que ella no tenía ninguna sensación en la parte inferior de su cuerpo, pero le dije: "¿Puedes sentirla?".
Ella dijo: “Siento algo cálido. Un cálido resplandor sale de tus manos y se extiende por mis piernas”.
Le dije: "Voy a arrodillarme aquí y mantener mis manos en tus pies y tobillos por un rato".
Luego dijo: “Parece que me arden las piernas”.
Me levanté y le dije: "Mueve los pies". Y ella empezó a moverlos. Se podían ver sus pies moviéndose bajo las sábanas.
Luego dije: "Levanta las rodillas". Levantó la pierna izquierda y dijo: "No puedo mover la derecha, pero puedo mover los dedos y el pie".
“Bueno”, dije, “no lo sé todo, pero sí sé esto. ¡Andarás! El poder de Dios os fue ministrado”.
Confesión: paso tiempo meditando sobre escrituras curativas. Recibo la Palabra de Dios en mí, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios. Entonces libero mi fe y recibo sanidad.
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