Y iba [Jesús] por las ciudades y aldeas, enseñando, y camino hacia Jerusalén. — LUCAS 13:22
Si necesitas sanidad y no hay una manifestación del Espíritu, como los dones de sanidad (1 Cor. 12:9), ¿qué vas a hacer? ¡Recibe la Palabra de Dios en ti! Aliméntate de la Palabra. Alimenta tu fe, porque puedes recibir sanidad por la fe en cualquier momento.
Continuando en Lucas 4, leemos: “Y había muchos leprosos en Israel en tiempos del profeta Eliseo; y ninguno de ellos fue limpio, salvo Naamán el sirio” (v. 27). Ahora todos los leprosos en Israel podrían haber sido limpiados si hubieran creído en su pacto de sanidad (Éxodo 34:10). Sin embargo, bajo el ministerio de Eliseo, ni un solo leproso fue sanado en Israel excepto Naamán.
Naamán ni siquiera era israelita, y no tenía pacto de sanidad con Jehová Rafa. Pero como Eliseo era bien conocido por sanar a la gente, Naamán acudió a él. Naamán era un extraño en Israel, pero fue sanado.
Entonces, ¿de qué estaba hablando Jesús en Lucas 4:27? Estaba hablando de las manifestaciones del Espíritu Santo. El Espíritu Santo se manifestará como Él quiere, no como el hombre quiere (1 Cor. 12:11). Y lo que Jesús estaba diciendo era: “Estoy ministrando tal como lo haría un profeta. No le digo al Espíritu Santo qué hacer; el Espíritu Santo me dice qué hacer”. Entonces, si el Espíritu Santo no se manifestaba, ¿qué iba a hacer Jesús? Bueno, si Él iba a ayudar a la gente, sólo había una manera de hacerlo. Marcos 6:6 dice: “Y se maravilló de la incredulidad de ellos. Y RECORRÍA LOS PUEBLOS ENSEÑANDO”. Jesús tuvo que hacer algo con respecto a la incredulidad de la gente para sanarlos, porque la fe obra en cualquier momento y en todo momento, ya sea que haya una manifestación especial del Espíritu Santo o no. Entonces Jesús recorría sus aldeas enseñando, porque la fe viene por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios (Rom. 10:17).
Confesión: No tengo que esperar una manifestación del Espíritu para ser sanado. Puedo ser sanado por la fe ahora mismo. La incredulidad puede obstaculizar mi fe, así que me deshago de cualquier incredulidad alimentándome de la Palabra de Dios y escuchando las enseñanzas de la Palabra de Dios acerca de la sanidad.
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