. . . Porque de Jehová es la batalla . . . . — 1 SAMUEL 17:47
“No te metas en líos”, me gritó mi madre cuando fui a enfrentar una crisis familiar. “Tal y tal casi azotan a Dub”.
“No voy a tener ningún problema”, respondí. “Nunca tendré ningún problema. Voy a poner al Señor a trabajar”.
Cuando me acercaba al camino de entrada, me salió al encuentro la esposa del hombre que había causado tantos problemas. Empezó a despotricar y delirar, y simplemente al viejo Texas, a “maldecir”. Pensé, Dios mío, aquí está esta pobre alma vieja, llena de odio y egoísmo, y no puede evitar ser así. No puede evitar tener la naturaleza del diablo en ella, porque es una hija del diablo.
No le dije ni una palabra, pero le dije al Señor en mi corazón: “Gracias a Dios, el Mayor está en mí” (1 Juan 4:4). Y actué como si el Mayor estuviera en mí. Y Él es más grande.
Ella debe haber sentido la compasión creciendo en mí, porque de repente me miró y farfulló hasta detenerse. Entonces me tomó de la mano y cayó de rodillas, llorando: “Dios mío, pon tus manos sobre mi cabeza y ora por mí. Una pobre alma vieja como yo necesita algo. ¡Oh, Dios mío, ruega por mí!”
No había dicho una palabra para que ella dijera eso. Todo lo que hice fue actuar como si la Biblia fuera cierta.
Confesión: El Mayor está en mí. ¡Y voy a actuar como tal!
Comentarios
Publicar un comentario