Así dice el Señor, tu Redentor, el Santo de Israel; Yo soy el Señor tu Dios que te enseña para tu provecho, que te conduce por el camino que debes seguir. — ISAÍAS 48:17
Un pastor me preguntó una vez: “Hermano Hagin, ¿alguna vez va a iglesias pequeñas?” Respondí: “Sí, iré a donde el Señor diga que vaya”. Entonces el pastor me habló de su iglesia y dijo: “Si Dios alguna vez te habla de eso, queremos que vengas”. Finañmente acabe por rechazar su invitación.
Sin embargo, varios meses después, cuando estaba orando por otra cosa, recordé esta conversación. Luego todos los días seguía volviendo. Finalmente, después del cuarto día, dije: “Señor, ¿quieres que vaya a esa iglesia?”. Y cuanto más orara al respecto, mejor me sentiría por dentro acerca de aceptar esa invitación. (Este no era un sentimiento físico, sino uno que reconocí en mi espíritu).
Sentado junto a mi cama, Jesús se refirió a esto. “Cuanto más lo pensabas, mejor te sentías al respecto”, me recordó. “Tenías una sensación aterciopelada en tu espíritu. Esa es la luz verde. Esa es la señal de seguir adelante. Ese es el testimonio del Espíritu para ir. Ahora me ves, y te estoy diciendo que vayas a esa iglesia. Pero nunca más voy a llevarte a ir a ningún lado de esta manera. De ahora en adelante, los guiaré como lo hago con todos los cristianos: mediante el testimonio interno”.
Confesión: El Señor me guía por el camino que debo seguir. Me guía por el testimonio interior.
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